¿Es capaz de llegar la ecología social al fondo del asunto?
Sabemos utilizar mandos a distancia para cambiar de programa favorito en nuestro televisor, pero apenas un pequeño porcentaje en la civilizada y civilizatoria sociedad europea son ya los que recuerdan como utilizar una guadaña para segar el cereal en el momento idóneo. Hemos aprendido a utilizar microondas, hornos eléctricos y calentadores de agua pero no nos preocupa ni cuál es el origen de la energía que los hace ser tan útiles ni qué mecanismos son los más adecuados para sustituirlos llegado el momento. Conducimos automóviles irreparables por nosotros mismos y desconocemos como arreglar una vieja bicicleta sin tener que comprar recambios en la »tienda de bicicletas» más cercana. Todxs con sus móviles inteligentes, su comida precocinada, sus auriculares y sus miradas perdidas, sus bebidas carbonatadas y todxs desconocen o ignoran las cadenas de producción mundiales en países en vías de desarrollo, la tortura animal institucionalizada en los grandes criaderos de animales para consumo humano, el control mental conseguido mediante el »ya no escucho» o el »ya no veo», la deforestación, la mineralización y contaminación del agua, las consecuencias del abuso de químicos, el gran y lucrativo negocio que reporta el consumo de drogas, tanto legalizadas como aquellas cuyo consumo consideran ilícito…
En fin, y rozando con todo esto la hipocresía: esta entrada como todas está escrita desde un ordenador conectado a la red de corriente eléctrica y a un router con conexión a internet, ambos servicios en manos de una empresas proovedoras de los mismos, empresas entre cuyos objetivos se encuentra la monopolización de servicios. Las piezas que forman parte de este entramado también son de dudosa eticidad (no podemos hablar de ámbitos legales en este punto): ¿quién trabajaría en un país »libre» en una de las peligrosas minas de Coltán tan necesarias para la producción de componentes electrónicos? ¿Quién desguazaría toda nuestra »basura tecnológica», contaminante, prefabricada, si en Ghana o en Zimbabwe decidieran no hacerlo? El cigarrillo que fumo, aunque sepa que esta empresa en concreto no participa en experimentación animal, quién sabe con qué componentes abona sus campos o trata sus plagas a pesar de autodenominarse »natural», el papel clorado con el que lo lío, el café que bebo y cuyo precio a lxs productorxs no les permite vivir tal y como vive lx empresarix que lo exporta…
Por dejar una reflexión final: ¿no serán los procesos de reciclado una de las formas que tiene el sistema para perpetuarse? Es decir, recuperar infravaloradas e ingentes cantidades de materias primas desechadas con las que continuar su incesante producción en masa…
Qué más decir… Disfruten de su semana.
¡Salud!